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Motivos de oración

La palabra de la cruz

En los relatos de Pablo vemos claramente su profunda relación con la cruz de Cristo. El apóstol no se propuso saber otra cosa que no fuera Jesucristo y este crucificado. Rechazó gloriarse en cualquier cosa que no fuera la cruz; toda su vida y predicación giraban en torno a ese sacrificio redentor. Pablo se oponía firmemente a aquellos que banalizaban o contradecían el mensaje de la cruz, lo cual le causaba llanto y tristeza. Además, sentía la necesidad de advertir a las iglesias sobre estas personas.

Un claro ejemplo de esto lo encontramos en su carta a los filipenses, donde dice: “Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aún ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo” (Filipenses 3:18).

Aunque Pablo ya había advertido sobre este tipo de personas en varias ocasiones, es en este texto donde, por primera vez, se refiere a ellos como “enemigos de la cruz”. Estos enemigos eran muchos y andaban “por ahí”. Este término no hace referencia a un lugar físico, sino a individuos dentro de la comunidad cristiana que, aunque no ocupaban una posición visible de liderazgo, ejercían una influencia peligrosa sobre los creyentes.

“Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aún ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo”

¿Quiénes eran estos enemigos de la cruz? Por un lado, estaban los judaizantes, quienes ponían más énfasis en los rituales y la ley mosaica que en la obra de Cristo.

Por otro lado, había aquellos que, aunque aparentemente aceptaban el mensaje de la cruz, vivían según sus deseos carnales, sin una transformación de vida genuina . En Filipenses 3:19 vemos algunas características de estos individuos. “El fin de los cuales será conforme a sus obras; el dios de ellos es el vientre, y su gloria está en su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal.

Hoy en día, tristemente, los enemigos de la cruz siguen existiendo. Son aquellos que no valoran la predicación de la cruz, alteran el mensaje para su propio beneficio, o cuya vida no refleja el poder transformador del sacrificio de Cristo.

Estas influencias pueden provenir de ideologías externas o de enseñanzas erróneas dentro de la iglesia, pero siempre distorsionan el mensaje central del evangelio: la obra redentora de Cristo en la cruz. Recientemente escuché a alguien decir: “Se debería hablar menos de la cruz”, lo cual me pareció espeluznante.

Es fundamental que la cruz siga formando parte de la vida cristiana y que no se reduzca a un simple símbolo decorativo para muchos. El mensaje de la cruz implica transmitir el motivo, el resultado y el significado de esta obra. Jamás debemos obviarla ni anularla.

Si algo debemos proponernos como creyentes, es predicar a Cristo y este crucificado. Te invitamos a unirte a nosotros en esta misión, proclamando con valentía y pasión el mensaje que transformó nuestras vidas: La palabra de la cruz.

Carlos Villa – Promotor ministerial TCCH

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Guardian de Tus Pensamientos

No podemos evitar que los pájaros vuelen sobre nuestra cabeza, pero sí podemos evitar que aniden en ella”. Este dicho, atribuido a Martín Lutero, nos recuerda que, aunque no podemos controlar todos los pensamientos que llegan a nuestra mente, sí tenemos el poder de decidir qué hacemos con ellos. La ciencia confirma que lo que pensamos nos afecta física y emocionalmente para bien o para mal.

La iglesia de Filipos vivía momentos de prueba. Los creyentes eran perseguidos por proclamar a Jesús como Señor, lo que desafiaba la lealtad al César. Además, tenían conflictos internos entre varios de los miembros de la iglesia. Esta mezcla de presión externa e interna generaba pensamientos que producían ansiedad, tristeza y pérdida del gozo y la paz que debería caracterizarlos. Desde la prisión, Pablo les da un consejo claro: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses. 4:6). No les pide que ignoren sus problemas, sino que los presenten a Dios, entregándole tanto las situaciones como los pensamientos que estas provocan.

No podemos evitar que los pájaros vuelen sobre nuestra cabeza, pero sí podemos evitar que aniden en ella.

En otra carta Pablo exhorta a llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo (2 Corintios 10:5). Cuando hacemos esto, experimentamos una paz que va más allá de lo que podemos comprender. “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:7). Esta paz no es solo tranquilidad, sino un escudo que protege nuestras emociones y mente. Su origen está en Jesús, el príncipe de paz, quien dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27).

Somos responsables de nuestros pensamientos y de enfocarlos en lo que edifica.

Pablo nos dice en qué pensar para mantener esta paz: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” (Filipenses. 4:8). Somos responsables de nuestros pensamientos y de enfocarlos en lo que edifica.

Es fundamental ser conscientes de que la batalla se libra en nuestra mente; no permitamos que ciertos pensamientos ocupen más espacio del necesario. Cuando decidimos confiar en Cristo y enfocamos nuestra mente en su verdad, hallamos descanso y una paz humanamente incomprensible. Recordemos las palabras del profeta Isaías: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).

Carlos Villa – Coordinador nacional

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Conocer y persuadir con integridad

En la iglesia de Corinto, algunos creyentes cuestionaban la autoridad apostólica de Pablo y ponian en duda la legitimidad de su ministerio y las intenciones detrás de su llamado. En este contexto, Pablo, a través de sus cartas, no solo defiende su vocación, sino que también revela las motivaciones profundas que lo impulsaron a cumplir con la misión.

Este conocimiento del evangelio, por su parte, genera un temor reverente hacia Dios.

En 2 Corintios 5, Pablo habla con claridad sobre la esperanza de vida eterna que tenemos en Cristo. Hace referencia a la responsabilidad de agradar a Dios con nuestros actos, porque un día todos compareceremos ante el tribunal de Cristo y cada uno de nosotros recibirá según lo que haya hecho, sea bueno o malo. En el versículo 11 dice: “Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras conciencias.

El verbo “conociendo”, en el griego original, no se refiere a una acción en curso (como un gerundio), sino a un participio perfecto que denota una comprensión profunda y establecida. Este conocimiento del evangelio, por su parte, genera un temor reverente hacia Dios. Para Pablo, el cumplimiento de la misión es un acto de reverencia. Una cosa lleva a la otra: el temor del Señor lo lleva a persuadir a los hombres.

En nuestro lenguaje cotidiano, la palabra “persuadir” a menudo tiene una connotación negativa, como si se tratara de imponer o manipular. Sin embargo, lo que Pablo expresa es una invitación a presentar el mensaje del evangelio de manera convincente, apelando tanto a la razón como al corazón.

Recordemos el momento en que Pablo, tras presentar defensa de su causa ante al rey Agripa, le preguntó:

«Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees. Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano. Y Pablo dijo: ¡Quisiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas!” (Hechos 26:27-28).

Pablo procuraba persuadír sobre la verdad del evangelio con integridad y transparencia, apelando a los profetas, a hechos históricos conocidos y verificados por muchos, y a su propia experiencia: el encuentro con Jesús que cambió su trayectoria de forma radical, y de perseguidor de los cristianos, pasó a ser defensor y adalid de la fe que antes perseguía.

Aprendamos del apóstol Pablo, de su honestidad intelectual, de su pasión y de su obediencia a «la visión celestial» (Hechos 26:19-20).

Conociendo, pues, el temor del Señor, persistamos en persuadir a los hombres.

Carlos Villa – Coordinador nacional

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Mensajeros de esperanza

Con cada comienzo de año, nos llenamos de ilusión al marcarnos nuevas metas y proyectos. Sin embargo, llevamos ya varios años en los que cada inicio se ve marcado por la incertidumbre, la inseguridad y la inestabilidad.

Y nos preguntamos: ¿Subirán los impuestos? ¿Mejorarán los salarios y pensiones? ¿Qué cambios traerán los gobiernos? ¿Cesarán los conflictos bélicos?

Se dice que “la esperanza es lo último que se pierde”. Pero lo cierto es que todas estas cuestiones, sumadas a la falta de una proyección real de futuro, las malas decisiones de los gobiernos y la ausencia de oportunidades, han hecho que una gran parte de la población viva sumida en la incertidumbre, el estrés y la ansiedad. Datos recientes reflejan un crecimiento alarmante de personas que viven desesperanzadas.

Esto se debe a que muchos han reducido la esperanza a la siguiente definición: “Estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea”. Este tipo de esperanza nace de un deseo condicionado y dependiente de una circunstancia o situación concreta; y como hemos comprobado en las últimas semanas, nuestra circunstancia puede cambiar de la noche a la mañana, en cuestión de horas o minutos.

Datos recientes reflejan un crecimiento alarmante de personas que viven desesperanzadas.

¿Cómo responderemos ante tal alarmante crecimiento? Presentando y anunciando a todos la esperanza que hemos recibido y a la cual fuimos llamados. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos”. (1 Pedro 1:3

Esta esperanza es más que un deseo: es certeza y confianza plena que no será defraudada. Se fundamenta en la fe en Jesucristo, quien encarna nuestra esperanza en toda su plenitud. Jesús es el ancla del alma y la roca en la que apoyarnos. Sean cuales sean las circunstancias a las que tengamos que hacer frente en la vida, nuestra esperanza permanece inalterable.

¡Qué privilegio es decir, como el rey David: “De él viene mi esperanza; solo él es mi roca y mi salvación; es mi refugio, no resbalaré” (Salmo 62:5-6).

España necesita esperanza verdadera. Y Dios quiere usarte a ti como mensajero de esta.

Carlos Villa – Coordinador nacional

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Diciembre 2024 – Los Minutos Que Cambian El Mundo

El Mayor Regalo

En estas fechas es común jugar al amigo invisible, un juego en el que cada participante recibe un regalo de un amigo invisible, y a su vez él mismo debe regalar algo al amigo invisible que le ha sido asignado. En este juego, todos reciben y todos dan. ¿Te ha pasado alguna vez que has puesto buen gusto, ilusión y dinero en la compra del regalo que vas a ofrecer, pero tú recibes algo decepcionante? Hablando de regalos, ¿cuál sería el mayor regalo que podrías ofrecer y recibir?

Sin duda, el mayor regalo que puedes recibir es la salvación que Dios te ofrece en Cristo Jesús. Su nacimiento hizo que se destapara la más grata sorpresa, el mejor regalo que el ser humano pudiera recibir. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don (regalo, obsequio) de Dios” (Efesios 2:8).

En el antiguo Oriente era habitual llevar presentes y regalos a los reyes, como muestra de respeto, gratitud y reconocimiento. No hacerlo se consideraba ofensivo y podía tener consecuencias no gratas. Un grupo de sabios viajó a Jerusalén en busca del rey de los judíos que había nacido; y no hallándolo en aquel lugar, fueron a Belén.

Pero el mejor regalo de aquellos sabios fue la adoración sincera: “postrándose, lo adoraron”.

El mesón donde lo encontraron no parecía ser el lugar más apropiado para el nacimiento de un rey, pero a los sabios no les importó. “Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra” (Mateo 2:11). Los tres regalos eran de gran valor económico y social en aquel entonces. Pero el mejor regalo de aquellos sabios fue la adoración sincera: “postrándose, lo adoraron”.

Para la celebración del nacimiento de Jesús, nuestro mejor presente es y siempre será la adoración, reconociéndolo como nuestro Señor y entregándole el control de nuestra vida. Lo que empezó humildemente en un pesebre es el mejor regalo de todos los tiempos. ¡No podemos ganar a Dios en generosidad y entrega!

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan 3:16). Aprovechemos estas festividades para compartir su regalo con todo el mundo. Adoremos y actuemos.

¡Feliz Navidad!

Carlos Villa
Promotor ministerial

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Noviembre 2024 – Los Minutos Que Cambian El Mundo

Entendidos en los tiempos

En medio del panorama bélico que se vive en Oriente, muchos se sienten impulsados a interpretar estos acontecimientos desde una perspectiva escatológica, llegando incluso a fijar fechas para la segunda venida de Cristo, autodenominándose “entendidos en los tiempos”.

En la época de Jesús, algunos fariseos y líderes religiosos creían ser sabios y entendidos porque eran capaces de interpretar las señales del clima, prediciendo la lluvia o el calor. Sin embargo, no lograron discernir que el tiempo de la redención ya había llegado. Jesús los confronta, diciendo: “¡Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra, ¿y cómo no distinguís este tiempo?” (Lucas 12:56).
En la Biblia se nos habla de unos de cuyo buen juicio podías fiarte.

“De los hijos de Isacar, doscientos principales, entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer, cuyo dicho seguían todos sus hermanos” (1 Crónicas 12:32)

Ser entendidos en los tiempos no consiste en predicciones intuitivas o sensacionalistas, sino en comprender la situación espiritual, política y social que nos rodea. El teólogo suizo Karl Barth decía que “un sermón hay que prepararlo con la Biblia en una mano y el periódico en la otra”.

Es necesario estudiar las Escrituras bajo la guía del Espíritu Santo. En ellas vemos que sólo Dios es dueño del tiempo, reconociendo lo cual deberíamos adoptar una actitud humilde, prudente y expectante, similar a la de aquellas cinco vírgenes prudentes que se prepararon adecuadamente para recibir al esposo (Mateo 25:1-13). La prudencia ha de infundirnos un sentido de expectante urgencia respecto a la misión, impulsándonos a actuar conforme a lo que el esposo espera de nosotros.

Dios advirtió a José sobre los siete años de hambre que vendrían. José actuó sabiamente, almacenando provisiones y preparándose para lo que estaba por venir. “¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” (Juan 4:35).

Pidamos a Dios sabiduría y valentía para actuar en consecuencia; como los hijos de Isacar, como las cinco vírgenes prudentes, como el mayordomo fiel y prudente al cual su señor le confió su casa. Dediquémonos a la misión con pasión y entrega e inspiremos a otros con nuestro ejemplo.

¡Es tiempo de actuar!

Carlos Villa
Promotor ministerial

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Octubre 2024 – Los Minutos Que Cambian El Mundo

¿QUÉ NOS MUEVE?

Cada día te levantas y te preparas para ir al trabajo o al centro de estudios. Algunos días, también asistes a reuniones de la iglesia, participas en diferentes actividades y sirves en ella. Estás en constante movimiento, realizando múltiples actividades, pero ¿qué nos motiva o nos mueve a hacer todo lo que hacemos?

Los fariseos eran personas que iban a la sinagoga para orar, algo que es bueno y necesario. Sin embargo, lo que les movía a hacerlo era el reconocimiento y el protagonismo, y eso es malo. Cuando Jesús realizó el milagro de la multiplicación de los panes, muchas personas se movilizaron y comenzaron a seguirlo. Puede parecer increíble, pero la verdad es que la motivación era egoísta. Hay muchos que van a la iglesia y sirven impulsados por el dinero, el reconocimiento, la satisfacción personal, el sentirse parte de una comunidad, la obligación, etc. Pero ¿qué es lo que debe mover al creyente?

Cuando Pablo estuvo en Atenas durante su segundo viaje misionero, en el Areópago (lugar de gran relevancia para la filosofía), hizo una exposición increíble del evangelio. Además de usar como referencia aquella imagen del dios no conocido, el apóstol mencionó algunos escritos poéticos que ellos conocían, dándoles un giro para transmitir una verdad en la que se fundamentaba su vida.

“Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos” (Hechos 17:28)

Para él, Cristo era su razón de vivir y de ser; por tanto, toda acción y decisión estaba sometida a la voluntad de Dios. Todo movimiento era en él, por él y para él. En el capítulo 16 de Hechos, ya desde el inicio de ese segundo viaje, Pablo quería moverse a Asia para predicar el evangelio. Podríamos pensar que esto es bueno, pero el texto dice que les fue prohibido por el Espíritu Santo ir a ese lugar. Qué buen ejemplo el del apóstol, pero no mayor que el que tenemos en Cristo.

Reflexionemos en aquello en lo que nos movemos: si es bueno, prioritario y conforme a lo que Él nos manda.

Asegurémonos de que nuestra motivación e impulso están en Dios y bajo su voluntad. No nos dejemos mover por nuestras emociones, sentimientos e intereses; no seamos impulsados por pensamientos de hombres e ideologías, sino por la palabra de Dios junto a la guía del Espíritu Santo.

Y recuerda: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís” (Colosenses 3:23-24).

Carlos Villa
Promotor ministerial

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Septiembre 2024 – Los Minutos Que Cambian El Mundo

SAL DE LA TIERRA

Durante el periodo vacacional, tuvimos la oportunidad de visitar varias salinas. Sus imponentes y brillantes montañas de sal, los paisajes teñidos de colores únicos, y la elegante presencia de flamencos nos invitaban a la reflexión, no solo por la belleza del entorno, sino también por la importancia del elemento que daba vida a ese lugar.

Jesús compara a sus discípulos, y por ende a nosotros como cristianos, con la sal. Este es un elemento esencial con múltiples usos a lo largo de la historia y en diferentes culturas. En la época de Jesús, la principal función de la sal era preservar los alimentos, evitando o retrasando su descomposición y putrefacción. Pero, ¿qué significa ser sal? En un mundo que se corrompe rápidamente, cada creyente actúa como la sal que preserva y ralentiza el proceso de putrefacción mediante la verdad de su palabra y la proclamación del evangelio. Mientras el mundo se desvanece en su decadencia, la Iglesia permanece firme en pureza y verdad. En resumen, ser sal es vivir y actuar como Jesús.

¿Para quiénes somos sal? En nuestra cultura es muy común poner la sal en un salero; estos pueden ser de diferentes materiales, formas y colores. A menudo, junto con la sal, se añaden unos granos de arroz para evitar que se humedezca y se endurezca. Somos la sal de la tierra, lo que nos ubica en un lugar hacia afuera; significa salir del recipiente en el que estamos almacenados. ¿De qué sirve la sal si permanece inutilizada en el salero? Lamentablemente, en estos tiempos, muchos creyentes se encierran en los lugares de culto, añadiendo granos de entretenimiento y activismo.

Una sal que permanece inactiva es como aquella que se desvanece y es pisoteada por los hombres. Aunque la sal no puede deteriorarse en su esencia, puede perder su efectividad si no se utiliza o si se destina a un propósito diferente al de preservar. En tiempos de Jesús, la sal (quizás aquella que estaba en las rocas y se mezclaba con yesos u otros minerales) también se usaba en el templo durante los fríos y nevados inviernos de Jerusalén; este era el tipo de sal que para nada servía y que era pisoteada por todos.

Recuerda que eres sal de la tierra, destinado a preservar, transformar y dar sabor.

Recuerda que eres sal de la tierra, destinado a preservar, transformar y dar sabor. Reflexiona profundamente sobre si estamos confinados cómodamente en el salero o si estamos dispuestos a salir y cumplir activamente con el propósito de Dios en un mundo que, sin duda, se corrompe a una velocidad vertiginosa.

Carlos Villa
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Agosto 2024 – Los Minutos Que Cambian El Mundo

AGUA VIVA

Imagina que estás en la playa, el sol brilla intensamente y el calor es sofocante. Llevas varias horas sentado en la tumbona bajo la sombrilla sin darte un baño. Abres tu nevera y descubres que no queda ni una gota de agua; y que tu sed va en aumento. De repente, oyes la voz de alguien que grita: ¡agua, refrescos, helados! En ese momento das un salto de la tumbona y vas a comprar agua. ¡Qué bien sienta el agua fresquita!

Todos hemos experimentado la sed como esa señal que nos avisa de que nuestro cuerpo necesita agua. Hay varias clases de sed. La sed física, la del ego; y la del deseo lujurioso que busca satisfacción bebiendo, donde no es debido, lo que no satisface ni sacia. Jesús dijo:

“Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.” (Juan 7:37)

¿A qué tipo de sed se refería? Cristo habla de una sed espiritual que sólo él puede satisfacer. Esta sed no puede saciarse con la política, y tampoco con la religión; de hecho ningún sistema humano puede saciar esta clase de sed. Sólo Jesús sacia la sed del alma; la sed del que busca la verdad y la justicia. Es Jesús quien dijo: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.” (Mateo 5:6)

Se dirigía Jesús a Galilea y tenía que pasar por Samaria, y cansado del camino se sentó junto a un pozo; allí estaba cuando llegó una mujer samaritana a sacar agua. Jesús entabló conversación con ella pidiéndole que le diera de beber, lo cual extrañó a la mujer, porque judíos y samaritanos no se llevaban nada bien, y así se lo dijo. Jesús le respondió que si ella supiera quién era el que le pedía de beber, ella le pediría y él le daría agua viva. La extrañeza de la mujer iba en aumento; el pozo era hondo y Jesús no tenía nada con que sacar el agua. ¿Cómo lo iba a hacer? Entonces Jesús le dijo: “Cualquiera que bebiere de esta agua volverá a tener sed; pero el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. (Juan 4:14)

Deseo de corazón que este verano aumente tu sed de Dios y que puedas decir lo que el salmista: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo”. (Salmos 42:1-2)

Jesús no sólo nos da el agua viva que es su palabra, sino que ha prometido que del interior de quienes creen en él correrán ríos de agua viva. ¡Qué bendición! ¡Qué privilegio! Haz que otros reciban esta bendición. Toma la palabra, unos cuantos folletos y haz que ese agua viva llegue a otros. ¡Anuncia a los cuatro vientos el agua viva que quita la sed!

Carlos Villa
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Julio 2024 – Los Minutos Que Cambian El Mundo

BAJO SU SOMBRA

En esta época del año, el sol irradia con fuerza y las altas temperaturas son una constante en amplias zonas del país. Estar expuestos a los rayos solares puede perjudicar nuestra salud, incluso provocarnos la muerte. A Jonás el sol le hirió la cabeza, hasta el punto de desfallecer y desear morir. Protegerse bajo una sombra es el consejo clásico que los medios de comunicación suelen transmitir a la población.

En la Biblia, la sombra se menciona en un sentido metafórico para referirse a Dios, quien ofrece refugio y seguridad a todo aquel que confía en él. El salmista lo dice así: “El Señor es tu guardador; el Señor es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche” (Salmos 121:5-6). Y en otro salmo, leemos: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente” (Salmos 91:1).

En Cristo tenemos la mejor protección. Aquel que murió en una cruz y que al tercer día resucitó, no solo es nuestro guardador, también es la sombra cercana en todo tiempo, especialmente en los días de calor, sudor y lágrimas, tan cercana como nuestra mano derecha, dice el salmista. Jesús es la sombra que debemos buscar y en ella debemos permanecer. Estar bajo su protección es una necesidad; y un reconocimiento de que dependemos de él, de su autoridad y señorío. Esto produce en nosotros una expresión de gratitud y alabanza por su constante cuidado y fidelidad.

Los valores de este siglo producen una radiación dañina, a la que no podemos ni debemos conformarnos. Pablo nos exhorta:

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2).

Permanezcamos bajo la sombra de Cristo mediante la oración y el estudio de su palabra. Y mediante la predicación del evangelio, invitemos a los heridos por el pecado a colocarse bajo la sombra de Cristo. No hay sombra mejor, ni refugio más seguro que el que él nos ofrece.

Carlos Villa
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