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En la iglesia de Corinto, algunos creyentes cuestionaban la autoridad apostólica de Pablo y ponian en duda la legitimidad de su ministerio y las intenciones detrás de su llamado. En este contexto, Pablo, a través de sus cartas, no solo defiende su vocación, sino que también revela las motivaciones profundas que lo impulsaron a cumplir con la misión.

Este conocimiento del evangelio, por su parte, genera un temor reverente hacia Dios.

En 2 Corintios 5, Pablo habla con claridad sobre la esperanza de vida eterna que tenemos en Cristo. Hace referencia a la responsabilidad de agradar a Dios con nuestros actos, porque un día todos compareceremos ante el tribunal de Cristo y cada uno de nosotros recibirá según lo que haya hecho, sea bueno o malo. En el versículo 11 dice: “Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras conciencias.

El verbo “conociendo”, en el griego original, no se refiere a una acción en curso (como un gerundio), sino a un participio perfecto que denota una comprensión profunda y establecida. Este conocimiento del evangelio, por su parte, genera un temor reverente hacia Dios. Para Pablo, el cumplimiento de la misión es un acto de reverencia. Una cosa lleva a la otra: el temor del Señor lo lleva a persuadir a los hombres.

En nuestro lenguaje cotidiano, la palabra “persuadir” a menudo tiene una connotación negativa, como si se tratara de imponer o manipular. Sin embargo, lo que Pablo expresa es una invitación a presentar el mensaje del evangelio de manera convincente, apelando tanto a la razón como al corazón.

Recordemos el momento en que Pablo, tras presentar defensa de su causa ante al rey Agripa, le preguntó:

«Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees. Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano. Y Pablo dijo: ¡Quisiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas!” (Hechos 26:27-28).

Pablo procuraba persuadír sobre la verdad del evangelio con integridad y transparencia, apelando a los profetas, a hechos históricos conocidos y verificados por muchos, y a su propia experiencia: el encuentro con Jesús que cambió su trayectoria de forma radical, y de perseguidor de los cristianos, pasó a ser defensor y adalid de la fe que antes perseguía.

Aprendamos del apóstol Pablo, de su honestidad intelectual, de su pasión y de su obediencia a «la visión celestial» (Hechos 26:19-20).

Conociendo, pues, el temor del Señor, persistamos en persuadir a los hombres.

Carlos Villa – Coordinador nacional

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