Entendidos en los tiempos
En medio del panorama bélico que se vive en Oriente, muchos se sienten impulsados a interpretar estos acontecimientos desde una perspectiva escatológica, llegando incluso a fijar fechas para la segunda venida de Cristo, autodenominándose “entendidos en los tiempos”.
En la época de Jesús, algunos fariseos y líderes religiosos creían ser sabios y entendidos porque eran capaces de interpretar las señales del clima, prediciendo la lluvia o el calor. Sin embargo, no lograron discernir que el tiempo de la redención ya había llegado. Jesús los confronta, diciendo: “¡Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra, ¿y cómo no distinguís este tiempo?” (Lucas 12:56).
En la Biblia se nos habla de unos de cuyo buen juicio podías fiarte.
“De los hijos de Isacar, doscientos principales, entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer, cuyo dicho seguían todos sus hermanos” (1 Crónicas 12:32)
Ser entendidos en los tiempos no consiste en predicciones intuitivas o sensacionalistas, sino en comprender la situación espiritual, política y social que nos rodea. El teólogo suizo Karl Barth decía que “un sermón hay que prepararlo con la Biblia en una mano y el periódico en la otra”.
Es necesario estudiar las Escrituras bajo la guía del Espíritu Santo. En ellas vemos que sólo Dios es dueño del tiempo, reconociendo lo cual deberíamos adoptar una actitud humilde, prudente y expectante, similar a la de aquellas cinco vírgenes prudentes que se prepararon adecuadamente para recibir al esposo (Mateo 25:1-13). La prudencia ha de infundirnos un sentido de expectante urgencia respecto a la misión, impulsándonos a actuar conforme a lo que el esposo espera de nosotros.
Dios advirtió a José sobre los siete años de hambre que vendrían. José actuó sabiamente, almacenando provisiones y preparándose para lo que estaba por venir. “¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” (Juan 4:35).
Pidamos a Dios sabiduría y valentía para actuar en consecuencia; como los hijos de Isacar, como las cinco vírgenes prudentes, como el mayordomo fiel y prudente al cual su señor le confió su casa. Dediquémonos a la misión con pasión y entrega e inspiremos a otros con nuestro ejemplo.
¡Es tiempo de actuar!
Carlos Villa
Promotor ministerial