El fallecimiento del Papa Francisco y la elección de un nuevo pontífice me han llevado a reflexionar nuevamente sobre el pasaje de Mateo 16:19, donde Jesús le dice a Pedro: “…te daré las llaves del reino de los cielos…”. Esta expresión ha sido interpretada de diversas maneras a lo largo de la historia, pero ¿qué significa realmente?
En la antigüedad, especialmente en las cortes del Medio Oriente, las llaves simbolizaban la autoridad delegada. Quien las portaba tenía el poder de abrir puertas, administrar recursos y actuar en nombre del rey. En Isaías 22:20-22 se menciona a Eliaquim como el que recibe “la llave de la casa de David”, un símbolo de confianza y responsabilidad.
Tomar la llave, atravesar la puerta y caminar por el sendero requiere fe.
Cuando Jesús le dice a Pedro que le dará las llaves del Reino, le está confiando la autoridad para proclamar el mensaje del Reino: anunciar que Cristo es la puerta de la salvación (Juan 10:9) que ha sido abierta por su gracia y misericordia.
No se trata de una autoridad exclusiva que convierta a Pedro en un soberano espiritual y sucesorio por encima de los demás, sino de una autoridad pastoral y representativa, compartida también con los demás apóstoles (Mateo 18:18), y finalmente con la Iglesia como el Cuerpo de Cristo.
Por lo tanto, las llaves no son un privilegio personal, sino una responsabilidad que Dios ha confiado a su Iglesia. Tomar la llave, atravesar la puerta y caminar por el sendero requiere fe.
Con esa fe, sigamos utilizando esa llave para mostrar al mundo la puerta que conduce a la vida, proclamemos el evangelio con valentía y dedicación.