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Motivos de oración

Noviembre 2024 – Los Minutos Que Cambian El Mundo

Entendidos en los tiempos

En medio del panorama bélico que se vive en Oriente, muchos se sienten impulsados a interpretar estos acontecimientos desde una perspectiva escatológica, llegando incluso a fijar fechas para la segunda venida de Cristo, autodenominándose “entendidos en los tiempos”.

En la época de Jesús, algunos fariseos y líderes religiosos creían ser sabios y entendidos porque eran capaces de interpretar las señales del clima, prediciendo la lluvia o el calor. Sin embargo, no lograron discernir que el tiempo de la redención ya había llegado. Jesús los confronta, diciendo: “¡Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra, ¿y cómo no distinguís este tiempo?” (Lucas 12:56).
En la Biblia se nos habla de unos de cuyo buen juicio podías fiarte.

“De los hijos de Isacar, doscientos principales, entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer, cuyo dicho seguían todos sus hermanos” (1 Crónicas 12:32)

Ser entendidos en los tiempos no consiste en predicciones intuitivas o sensacionalistas, sino en comprender la situación espiritual, política y social que nos rodea. El teólogo suizo Karl Barth decía que “un sermón hay que prepararlo con la Biblia en una mano y el periódico en la otra”.

Es necesario estudiar las Escrituras bajo la guía del Espíritu Santo. En ellas vemos que sólo Dios es dueño del tiempo, reconociendo lo cual deberíamos adoptar una actitud humilde, prudente y expectante, similar a la de aquellas cinco vírgenes prudentes que se prepararon adecuadamente para recibir al esposo (Mateo 25:1-13). La prudencia ha de infundirnos un sentido de expectante urgencia respecto a la misión, impulsándonos a actuar conforme a lo que el esposo espera de nosotros.

Dios advirtió a José sobre los siete años de hambre que vendrían. José actuó sabiamente, almacenando provisiones y preparándose para lo que estaba por venir. “¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” (Juan 4:35).

Pidamos a Dios sabiduría y valentía para actuar en consecuencia; como los hijos de Isacar, como las cinco vírgenes prudentes, como el mayordomo fiel y prudente al cual su señor le confió su casa. Dediquémonos a la misión con pasión y entrega e inspiremos a otros con nuestro ejemplo.

¡Es tiempo de actuar!

Carlos Villa
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Octubre 2024 – Los Minutos Que Cambian El Mundo

¿QUÉ NOS MUEVE?

Cada día te levantas y te preparas para ir al trabajo o al centro de estudios. Algunos días, también asistes a reuniones de la iglesia, participas en diferentes actividades y sirves en ella. Estás en constante movimiento, realizando múltiples actividades, pero ¿qué nos motiva o nos mueve a hacer todo lo que hacemos?

Los fariseos eran personas que iban a la sinagoga para orar, algo que es bueno y necesario. Sin embargo, lo que les movía a hacerlo era el reconocimiento y el protagonismo, y eso es malo. Cuando Jesús realizó el milagro de la multiplicación de los panes, muchas personas se movilizaron y comenzaron a seguirlo. Puede parecer increíble, pero la verdad es que la motivación era egoísta. Hay muchos que van a la iglesia y sirven impulsados por el dinero, el reconocimiento, la satisfacción personal, el sentirse parte de una comunidad, la obligación, etc. Pero ¿qué es lo que debe mover al creyente?

Cuando Pablo estuvo en Atenas durante su segundo viaje misionero, en el Areópago (lugar de gran relevancia para la filosofía), hizo una exposición increíble del evangelio. Además de usar como referencia aquella imagen del dios no conocido, el apóstol mencionó algunos escritos poéticos que ellos conocían, dándoles un giro para transmitir una verdad en la que se fundamentaba su vida.

“Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos” (Hechos 17:28)

Para él, Cristo era su razón de vivir y de ser; por tanto, toda acción y decisión estaba sometida a la voluntad de Dios. Todo movimiento era en él, por él y para él. En el capítulo 16 de Hechos, ya desde el inicio de ese segundo viaje, Pablo quería moverse a Asia para predicar el evangelio. Podríamos pensar que esto es bueno, pero el texto dice que les fue prohibido por el Espíritu Santo ir a ese lugar. Qué buen ejemplo el del apóstol, pero no mayor que el que tenemos en Cristo.

Reflexionemos en aquello en lo que nos movemos: si es bueno, prioritario y conforme a lo que Él nos manda.

Asegurémonos de que nuestra motivación e impulso están en Dios y bajo su voluntad. No nos dejemos mover por nuestras emociones, sentimientos e intereses; no seamos impulsados por pensamientos de hombres e ideologías, sino por la palabra de Dios junto a la guía del Espíritu Santo.

Y recuerda: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís” (Colosenses 3:23-24).

Carlos Villa
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Septiembre 2024 – Los Minutos Que Cambian El Mundo

SAL DE LA TIERRA

Durante el periodo vacacional, tuvimos la oportunidad de visitar varias salinas. Sus imponentes y brillantes montañas de sal, los paisajes teñidos de colores únicos, y la elegante presencia de flamencos nos invitaban a la reflexión, no solo por la belleza del entorno, sino también por la importancia del elemento que daba vida a ese lugar.

Jesús compara a sus discípulos, y por ende a nosotros como cristianos, con la sal. Este es un elemento esencial con múltiples usos a lo largo de la historia y en diferentes culturas. En la época de Jesús, la principal función de la sal era preservar los alimentos, evitando o retrasando su descomposición y putrefacción. Pero, ¿qué significa ser sal? En un mundo que se corrompe rápidamente, cada creyente actúa como la sal que preserva y ralentiza el proceso de putrefacción mediante la verdad de su palabra y la proclamación del evangelio. Mientras el mundo se desvanece en su decadencia, la Iglesia permanece firme en pureza y verdad. En resumen, ser sal es vivir y actuar como Jesús.

¿Para quiénes somos sal? En nuestra cultura es muy común poner la sal en un salero; estos pueden ser de diferentes materiales, formas y colores. A menudo, junto con la sal, se añaden unos granos de arroz para evitar que se humedezca y se endurezca. Somos la sal de la tierra, lo que nos ubica en un lugar hacia afuera; significa salir del recipiente en el que estamos almacenados. ¿De qué sirve la sal si permanece inutilizada en el salero? Lamentablemente, en estos tiempos, muchos creyentes se encierran en los lugares de culto, añadiendo granos de entretenimiento y activismo.

Una sal que permanece inactiva es como aquella que se desvanece y es pisoteada por los hombres. Aunque la sal no puede deteriorarse en su esencia, puede perder su efectividad si no se utiliza o si se destina a un propósito diferente al de preservar. En tiempos de Jesús, la sal (quizás aquella que estaba en las rocas y se mezclaba con yesos u otros minerales) también se usaba en el templo durante los fríos y nevados inviernos de Jerusalén; este era el tipo de sal que para nada servía y que era pisoteada por todos.

Recuerda que eres sal de la tierra, destinado a preservar, transformar y dar sabor.

Recuerda que eres sal de la tierra, destinado a preservar, transformar y dar sabor. Reflexiona profundamente sobre si estamos confinados cómodamente en el salero o si estamos dispuestos a salir y cumplir activamente con el propósito de Dios en un mundo que, sin duda, se corrompe a una velocidad vertiginosa.

Carlos Villa
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Agosto 2024 – Los Minutos Que Cambian El Mundo

AGUA VIVA

Imagina que estás en la playa, el sol brilla intensamente y el calor es sofocante. Llevas varias horas sentado en la tumbona bajo la sombrilla sin darte un baño. Abres tu nevera y descubres que no queda ni una gota de agua; y que tu sed va en aumento. De repente, oyes la voz de alguien que grita: ¡agua, refrescos, helados! En ese momento das un salto de la tumbona y vas a comprar agua. ¡Qué bien sienta el agua fresquita!

Todos hemos experimentado la sed como esa señal que nos avisa de que nuestro cuerpo necesita agua. Hay varias clases de sed. La sed física, la del ego; y la del deseo lujurioso que busca satisfacción bebiendo, donde no es debido, lo que no satisface ni sacia. Jesús dijo:

“Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.” (Juan 7:37)

¿A qué tipo de sed se refería? Cristo habla de una sed espiritual que sólo él puede satisfacer. Esta sed no puede saciarse con la política, y tampoco con la religión; de hecho ningún sistema humano puede saciar esta clase de sed. Sólo Jesús sacia la sed del alma; la sed del que busca la verdad y la justicia. Es Jesús quien dijo: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.” (Mateo 5:6)

Se dirigía Jesús a Galilea y tenía que pasar por Samaria, y cansado del camino se sentó junto a un pozo; allí estaba cuando llegó una mujer samaritana a sacar agua. Jesús entabló conversación con ella pidiéndole que le diera de beber, lo cual extrañó a la mujer, porque judíos y samaritanos no se llevaban nada bien, y así se lo dijo. Jesús le respondió que si ella supiera quién era el que le pedía de beber, ella le pediría y él le daría agua viva. La extrañeza de la mujer iba en aumento; el pozo era hondo y Jesús no tenía nada con que sacar el agua. ¿Cómo lo iba a hacer? Entonces Jesús le dijo: “Cualquiera que bebiere de esta agua volverá a tener sed; pero el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. (Juan 4:14)

Deseo de corazón que este verano aumente tu sed de Dios y que puedas decir lo que el salmista: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo”. (Salmos 42:1-2)

Jesús no sólo nos da el agua viva que es su palabra, sino que ha prometido que del interior de quienes creen en él correrán ríos de agua viva. ¡Qué bendición! ¡Qué privilegio! Haz que otros reciban esta bendición. Toma la palabra, unos cuantos folletos y haz que ese agua viva llegue a otros. ¡Anuncia a los cuatro vientos el agua viva que quita la sed!

Carlos Villa
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Julio 2024 – Los Minutos Que Cambian El Mundo

BAJO SU SOMBRA

En esta época del año, el sol irradia con fuerza y las altas temperaturas son una constante en amplias zonas del país. Estar expuestos a los rayos solares puede perjudicar nuestra salud, incluso provocarnos la muerte. A Jonás el sol le hirió la cabeza, hasta el punto de desfallecer y desear morir. Protegerse bajo una sombra es el consejo clásico que los medios de comunicación suelen transmitir a la población.

En la Biblia, la sombra se menciona en un sentido metafórico para referirse a Dios, quien ofrece refugio y seguridad a todo aquel que confía en él. El salmista lo dice así: “El Señor es tu guardador; el Señor es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche” (Salmos 121:5-6). Y en otro salmo, leemos: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente” (Salmos 91:1).

En Cristo tenemos la mejor protección. Aquel que murió en una cruz y que al tercer día resucitó, no solo es nuestro guardador, también es la sombra cercana en todo tiempo, especialmente en los días de calor, sudor y lágrimas, tan cercana como nuestra mano derecha, dice el salmista. Jesús es la sombra que debemos buscar y en ella debemos permanecer. Estar bajo su protección es una necesidad; y un reconocimiento de que dependemos de él, de su autoridad y señorío. Esto produce en nosotros una expresión de gratitud y alabanza por su constante cuidado y fidelidad.

Los valores de este siglo producen una radiación dañina, a la que no podemos ni debemos conformarnos. Pablo nos exhorta:

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2).

Permanezcamos bajo la sombra de Cristo mediante la oración y el estudio de su palabra. Y mediante la predicación del evangelio, invitemos a los heridos por el pecado a colocarse bajo la sombra de Cristo. No hay sombra mejor, ni refugio más seguro que el que él nos ofrece.

Carlos Villa
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Junio 2024 – Los Minutos Que Cambian El Mundo

Teme solo a Dios

Cuando salimos a evangelizar todos deseamos que la gente nos reciba con agrado, respeto y que escuchen atentamente el mensaje de salvación, arrepintiéndose y recibiendo al Señor en sus vidas.

Aunque este tipo de respuestas suceden, debemos tener en cuenta que a menudo somos etiquetados de fanáticos, y en muchos casos enfrentamos reacciones negativas, desprecios y rechazos. Estos comportamientos generan en algunos creyentes un sentimiento de temor o miedo al evangelizar, haciendo que muchos no prediquen y otros dejen de hacerlo.

No podemos olvidar que el evangelio es y presenta una buena noticia en medio de una realidad que puede resultar incómoda, confrontativa y desafiante para algunas personas, ya que cuestiona creencias arraigadas y estilos de vida establecidos. ¿Cómo responderemos los creyentes ante ello?

Jesús envió a sus discípulos y les dio instrucciones advirtiéndoles: “He aquí, yo os envío como ovejas en medio de lobos…” (Mt. 10:16). Con estas palabras, el Señor les estaba señalando el desafiante escenario en el que se llevaría a cabo su misión y les advirtió que serían entregados en los concilios, azotados en las sinagogas, llevados ante los reyes y gobernadores y serían aborrecidos por su causa.

“¿Tú esperas ser honrado en un mundo donde el Señor fue crucificado? ”
- Spurgeon

Continúa el texto en Mateo: “El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia lo llamaron Beelzebub, ¿cuánto más a los de su casa?

Si Jesús sufrió hasta la muerte, si los apóstoles y la iglesia primitiva sufrieron persecución, y nuestros hermanos en algunos países la padecen, ¿qué podemos esperar nosotros, aún en los tiempos que vivimos?

Como dijo Spurgeon: “¿Tú esperas ser honrado en un mundo donde el Señor fue crucificado?

Sea cual sea la reacción o lo que nos hagan por predicar, el Señor nos dice: “Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.” Si hay alguien a quien temer, es a Dios, quien tiene el poder de librarnos de la condenación eterna. Por tanto, no tengas miedo y proclama el evangelio a todos en todo lugar.

“Solamente temed a Jehová y servidle de verdad con todo vuestro corazón, pues considerad cuán grandes cosas ha hecho por vosotros.” 1 Samuel 12:24

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Mayo 2024 – Los Minutos Que Cambian El Mundo

Eres la voz

Si alguien te preguntara: ¿Quién eres? ¿Qué responderías?

Esta misma cuestión fue dirigida a Juan el Bautista por un grupo de sacerdotes y levitas, lo cual resulta llamativo dada su ascendencia sacerdotal.

Muchas personas respondían positivamente al mensaje predicado por el Bautista; aunque el bautismo no era algo novedoso en el judaísmo, resultaba sorprendente que esta práctica se aplicara a judíos. Esta serie de acontecimientos generó una gran curiosidad en todo el grupo religioso, y por ende, surgió la necesidad de identificar quién estaba detrás de estos hechos.

Juan el Bautista tenía muy claro quién no era. No era el Cristo. Quizás algunos rabinos pensaron que podría ser el Mesías, ya que ciertos textos del A.T (Ez. 36:25, Zac. 13:1) eran interpretados considerando que la práctica del bautismo precedería a la era mesiánica. No era Elías. Aunque Jesús afirmó sobre Juan que era el Elías (Mt. 11:14), esto no significaba que él fuera el mismo Elías del A.T. que fue arrebatado. Tampoco era “el profeta”. Claro que Juan era vocero de Dios, pero no el profeta que este grupo de religiosos tenía en mente sefún lo anunciado por Moisés mismo.

Si no era ninguna de las identidades previamente mencionadas, ¿entonces quién era? “Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías”. La respuesta de Juan el Bautista fue asombrosa. En sus palabras vemos que su identidad estaba intrínsecamente vinculada a su misión; su objetivo era dirigir todas las miradas hacia Jesús. Su razón de ser estaba completamente entrelazada con Cristo. Juan no era más que una voz que anunciaba al Logos, la Palabra que había de venir. ¡Qué forma más sublime de exponer quién era! San Agustín dijo: “Mientras que Cristo es la Palabra, el Verbo hecho carne. ¿Qué es la voz sin la palabra? La Palabra tiene un gran valor, incluso si no está acompañada por la voz; la voz sin palabra es algo vacío.”

“Todo hombre que proclama la Palabra es voz de la Palabra.” - Agustín de Hipona

A muchos cristianos hoy en día les gusta manifestar quiénes son, pero ¿quiénes somos realmente? Juan era simplemente una voz. ¿Qué debe ser la Iglesia, sino la voz de aquel que clama?

“Todo hombre que proclama la Palabra es voz de la Palabra.” – Agustín de Hipona

Entonces, si se te volviera a preguntar ¿quién eres tú? ¿Cuál sería tu respuesta?

Recuerda, tú eres la voz, pero si todavía no lo eres estas a tiempo de hacer de la misión tu identidad y ser la voz que proclama a Cristo.

Carlos Villa
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Abril 2024 – Los Minutos Que Cambian El Mundo

No seas rebelde

Ezequiel fue llamado por Dios para ser profeta en Israel, a ejercer su ministerio en medio de un pueblo rebelde, de rostro endurecido y empedernido corazón. Y le dijo: “Aunque te encuentras entre zarzas y espinos, y moras con escorpiones; no temas delante de ellos, porque son una casa rebelde”. Y sigue diciéndole: “Les hablarás, pues, mis palabras, escuchen o dejen de escuchar… Pero tú, hijo de hombre, oye lo que te hablo; no seas rebelde como la casa rebelde; abre tu boca y come lo que yo te doy” (Ezequiel 2:3-8).

Quizá estés pensado que estas palabras describen al pueblo español: que resiste al evangelio, que no desea escuchar, que rechaza la palabra de Dios, que no se quiere salvar… La verdad es que eso es lo que hace la mayoría. También es verdad que tú, como el profeta Ezequiel, has sido puesto por Dios en el lugar donde habitas para ser luz y sal, y para hablar toda la palabra de Dios, escuchen o dejen de escuchar.

Todos los llamados y escogidos en Cristo tenemos la responsabilidad de proclamar el evangelio en el lugar donde vivimos, a gente de duro rostro y corazones empedernidos por el engaño del pecado. Y la palabra de Dios nos dice lo que le dijo al profeta: no les temas, ni tengas miedo de sus palabras, no seas rebelde.

En estos momentos, nosotros, la iglesia del Señor, somos llamados a la función profética de señalar el pecado inherente a la condición humana y, por ende, a mostrar la urgente necesidad que todos tenemos de arrepentimiento para recibir, por gracia, el perdón y la salvación que Dios ha provisto mediante la fe en el sacrificio expiatorio de Jesucristo.

“Todos los llamados y escogidos en Cristo tenemos la responsabilidad de proclamar el evangelio en el lugar donde vivimos, a gente de duro rostro y corazones empedernidos por el engaño del pecado."

El arrepentimiento genuino implica un cambio de dirección, y eso es lo que Dios espera de quienes se acercan a Cristo y quieren escapar de la ira venidera que le espera a este mundo rebelde y contradictor. “Porque Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de ignorancia, ahora manda a todos los hombres, en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por medio de aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hechos 17: 30-31). No es una invitación, es un mandato.

El apóstol Pablo, tras relatar ante el rey Agripa su encuentro y conversión a Cristo en el camino a Damasco, dice: «Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial, sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento» (Hechos 26:19-20). Imitemos su ejemplo.

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Marzo 2024 – Los Minutos Que Cambian El Mundo

Necesidad Impuesta

¿Tenemos algo de lo que gloriarnos como seres humanos? Nada de lo que somos y hacemos debe buscar nuestra propia gloria, sino la gloria de Dios. El apóstol Pablo no tenía motivos para jactarse, ni siquiera de predicar el evangelio, ya que estaba bajo la obligación de hacerlo. En 1 Corintios 9:16, en la RV60, dice: “Me es impuesta necesidad”.

Para Pablo, predicar el evangelio no era solo un mandato que debía obedecer, sino una necesidad tan vital como el comer o el beber. Pero si con la comida o la bebida buscamos satisfacer nuestra necesidad de alimentarnos, con la predicación del evangelio buscamos glorificar a Dios como lo hacía Pablo.

¡Ay de mí si no predico el evangelio! Aquel que siente la necesidad de predicar el evangelio no puede callar, es fuego que arde en el interior y necesita propagarse; y uno hace todo lo que está en su mano, y más aún, para compartir la buena nueva de salvación: “Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto lo hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él.” (1 Corintios 9:22-23).

Jesús sabía cuál era su misión y actuó en obediencia y necesidad. El Señor se encontraba en Galilea, había estado en zona desierta, la gente le buscaba e intentaba “detenerle” para que no se fuera. Pero él les dijo: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado” (Lucas 4:43). La misión a la que el Padre le envió determinaba su prioridad y actuó en consecuencia. Nada le desvió de la misión. Nada lo detuvo.

“Oremos unos por otros para que, con denuedo y poder, la predicación del evangelio se cumpla a través de nosotros. A esto hemos sido llamados."

La Gran Comisión es un mandamiento, una necesidad impuesta. No es una opción.

Dispongámonos a ello: tomemos toda la armadura de Dios, ciñamos nuestros lomos con la verdad, vistámonos con la coraza de justicia, calcémonos los pies con el apresto del evangelio de la paz, tomemos el escudo de la fe y el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, y oremos unos por otros para que, con denuedo y poder, la predicación del evangelio se cumpla a través de nosotros. A esto hemos sido llamados.

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Febrero 2024 – Los Minutos Que Cambian El Mundo

Siervos de la Justicia

El sacrificio de Jesús rompe con la indumentaria de luto y cilicio, envolviendo con el manto de justicia a todos aquellos que, por fe, abrazamos el evangelio. Somos declarados justos por Dios. La injusticia no es más que el pecado manifestándose plenamente. Si hemos sido declarados justos por Dios, ¿continuaremos cometiendo injusticias o, dicho de otra manera, persistiremos en el pecado?

Romanos 6:17-18: “Pero gracias a Dios, que, aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.

Ser hechos justicia de Dios nos convierte en siervos de la justicia. ¿Cómo ser siervos de la justicia?

En un primer momento, podríamos considerar la posibilidad de abogar y contribuir a la justicia social, colaborando para poner fin a la opresión de la viuda, el huérfano y el extranjero. También podríamos pensar en proporcionar alimentos al hambriento, agua al sediento, como muestra del amor de Dios hacia el otro. Es relevante señalar que Dios mismo instó al pueblo de Israel a prestar atención a los diferentes aspectos sociales (Zacarías 7:10) y condenó la pasividad y las injusticias cometidas hacia los más vulnerables (Jeremías 5:28).

Jesús mismo enfatizó la importancia de estas acciones al decir: “Porque tuve hambre, y me disteis de comer…” (Mateo 25:35-40).

Si bien todas estas acciones son buenas y necesarias, la manera más importante y esencial de mostrar la característica de ser siervos de la justicia es anunciar y proclamar el evangelio. Dios hizo cargar sobre el Hijo toda injusticia para que pudiéramos ser justificados. Este es el gesto de amor más grande que podemos tener hacia los demás.

¿Eres siervo de la justicia mediante la proclamación de las buenas nuevas? Si aún no te has comprometido con este mandato divino, súmate a esta labor junto con nosotros; tu trabajo es importante.

“Hacer justicia y juicio es a Dios más agradable que sacrificio” (Proverbios 21:3).

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